"Monsieur N". Dir: Antoine de Caunes (Francia 2004)
¿Cómo Napoleón, hombre luchador en todas las batallas de la vida, genial estratega político y militar, puede aceptar someterse a semejante encierro en plena naturaleza, en pleno mar? ¿Qué estrategia de defensa- y, por ende, de ataque- terminará urdiendo para vencer la resistencia de sus carceleros? En esa isla de Santa Elena, fuera de alcance, como lo quisieron sus enemigos, Napoleón va a librar una misteriosa batalla, la última pero la más importante, la que la Historia no ha contado jamás. Esta fastuosa cinta, nos lleva a un pasado inmediato, a vivir con Napoleón el lapso final de su vida exiliado en la isla de Santa Elena, bajo el resguardo de la milicia británica y rodeado de una pequeña corte de sus más cercanos generales, algunas amantes y acompañado de Cipirani, su más grande amigo, quizás el único, con el que creció en Córcega y al que mantuvo a su lado durante toda su vida. El Señor Napoleón, como cinta de ficción histórica, contribuye de manera muy lograda a perpetuar y hasta acrecentar un mito muy arraigado en la colectividad social: la creencia de que los grandes hombres no mueren jamás, literalmente, y que de hecho todavía se les puede ver deambulando por algún jardín solitario.
¿Cómo Napoleón, hombre luchador en todas las batallas de la vida, genial estratega político y militar, puede aceptar someterse a semejante encierro en plena naturaleza, en pleno mar? ¿Qué estrategia de defensa- y, por ende, de ataque- terminará urdiendo para vencer la resistencia de sus carceleros? En esa isla de Santa Elena, fuera de alcance, como lo quisieron sus enemigos, Napoleón va a librar una misteriosa batalla, la última pero la más importante, la que la Historia no ha contado jamás. Esta fastuosa cinta, nos lleva a un pasado inmediato, a vivir con Napoleón el lapso final de su vida exiliado en la isla de Santa Elena, bajo el resguardo de la milicia británica y rodeado de una pequeña corte de sus más cercanos generales, algunas amantes y acompañado de Cipirani, su más grande amigo, quizás el único, con el que creció en Córcega y al que mantuvo a su lado durante toda su vida. El Señor Napoleón, como cinta de ficción histórica, contribuye de manera muy lograda a perpetuar y hasta acrecentar un mito muy arraigado en la colectividad social: la creencia de que los grandes hombres no mueren jamás, literalmente, y que de hecho todavía se les puede ver deambulando por algún jardín solitario.
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